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Hoy por fin puedo escribir esta entrada después de un día en el que estaba algo nerviosa…

Después de algún tiempo de inactividad retomé la repostería como un divertimento, una afición en la que ponía todos mis sentidos para que los resultados fueran satisfactorios y con el único propósito de hacerlo lo mejor posible para mi círculo más cercano. A veces sucede que, sin proponértelo, ese círculo se agranda y alcanza a conocidos y amigos de amigos. A día de hoy agradezco enormemente formar parte de la confianza de muchas personas que me piden una ayuda para ocasiones que suponen un momento especial en sus vidas.

Hace unos días recibí una llamada que me hizo una tremenda ilusión pero que también me llenó de dudas. Ilusión porque alguien pensaba en mí para un proyecto muy importante: realizar una tarta de compromiso, y dudas, muchas dudas,  por no saber si finalmente alcanzaría las expectativas.

Adela y Fermín han decidido comprometerse y en unos días celebrarán un encuentro familiar (un almuerzo íntimo con tarta incluida) para hacer oficial la fecha de la boda. Me conocían a través de una amiga común y cuando me llamaron no podía creerlo.

Os confesaré (y así se lo comenté a ellos también) que esta tarta suponía mi primera oportunidad «en serio» de hacer tartas con un diseño más encaminado a satisfacer un gusto específico y adaptarme a un evento concreto, así que la concentración debía ser máxima y la coparticipación mucho mayor, ya que quería contar con la opinión y orientación constante de los anfitriones para no equivocarme.

Tras hablar con la pareja, conocer sus gustos y su personalidad, escuchar sus ideas, ver el proceso que sigue su boda, etc. pude hacerme una idea de lo que realmente querían, así que me puse en marcha.

Después de unos días la tarta estaba finalizada y hoy por fin se la mostraba a los futuros esposos. Es más bien un boceto de la tarta final, es decir, la composición la he montado sobre un dummie, una plataforma de poliestireno que sirve para tartas ficticias (dentro no hay tarta de verdad, vamos), si bien todo lo demás (capa superior, flores,…) está realizado en fondant y demás productos comestibles, de esta forma nos aseguramos que el resultado final (colores, texturas,… ) no variará mucho.

Creo que el resultado ha merecido la pena. Al principio tuve cierto miedo, incluso me quedé dos noches en blanco sin saber ni por dónde empezar… pero la tarta les ha encantado, tengo que reconocer que ha sido una satisfacción enorme, y esto ya compensa todo 🙂

En breve la montaré para el evento, ya con bizcocho de verdad. Espero que os guste cómo quedó.

Que tengáis un dulce día !!!  🙂  🙂  🙂