Hoy escribo esta entrada ya instalada en el campo, en la casa de mis suegros. Este año necesitaba más que nunca desconectar; suele venir muy bien para el cuerpo y la mente alejarse de la ciudad para respirar aire puro y olvidarse por completo de la monotonía, pero principalmente tiene la ventaja de que te evitas soportar los calores que estamos teniendo este verano… ¡horroroso!.
Aunque llevo aquí pocas horas, la verdad es que estoy encantada, las noches son muy frescas y se descansa que da gusto, y salvo algunas casas en el horizonte apenas se ve a nadie por aquí; hay un paisaje precioso, la lluvia de estos últimos meses se ha encargado de vestir la sierra de un verde intenso, la vegetación es más espesa que nunca. Por otro lado, es un gustazo esa sensación de soledad, algo que a veces viene muy bien para hacer un buen «reset» mental y cargarse de energía positiva 🙂
Ayer fue un día intenso, siempre que llegamos aquí dedico un buen rato a organizar y a limpiar, pero los días son largos y siempre hay tiempo para otras actividades, como pasear en bici, sentarse a leer tranquilamente o cocinar. Cuando cayó la tarde me entraron unas ganas tremendas de hornear… ¡galletas!, sí, pero no unas galletas normales, sino unas galletas integrales, rústicas y campestres, que guardaran relación con el entorno. Así que pensando y hecho!, me puse en marcha y enseguida tuvimos unas riquísimas galletas con las que hoy nos hemos desayunado y que, no sé si será por el momento de tranquilidad o por el bucólico paisaje, pero nos han sabido a gloria 🙂
Esta receta de galletas integrales necesita de pocos ingredientes y todos ellos muy básicos. Requieren de muy poco tiempo de preparación, están hechas 100% con harina integral y son una alternativa riquísima a las industriales, no les envidian nada en sabor, os lo aseguro, mojadas en la leche son una delicia. Las podemos preparar con niños ya que la fase de amasado con las manos les encanta, es una buena forma de tenerles entretenidos y compartir un rato muy divertido. Vamos con la receta:
- 300 gramos de harina de trigo integral. Yo he usado harina de trigo integral directamente comprada en una tahona, pero se puede usar cualquier harina integral que tengamos a mano.
- 1/2 cucharadita de sal
- 1 cucharada de bicarbonato sódico
- 110 gramos de azúcar glas
- 115 gramos de mantequilla, sin sal, a temperatura ambiente y cortada en daditos
- 60 ml de leche fría
- Chocolate de cobertura (opcional)
PREPARACIÓN:
1.- En un bol ponemos toda la harina y le añadimos la sal, el bicarbonato y el azúcar. Mezclamos bien para que se integre todo.
2.- Añadimos la mantequilla y con las manos la vamos desmenuzando y mezclando bien. Tenemos que conseguir una mezcla con una textura arenosa.
3.- A continuación añadimos la leche y mezclamos nuevamente, la masa ahora se volverá suave y manejable. La dejamos reposar en la nevera unos 30 minutos.
4.- Precalentamos el horno a 175°, función ventilador, y preparamos dos bandejas con papel sulfurizado
5.- Sobre una superficie enharinada extendemos la masa de las galletas con un rodillo hasta que tenga unos 4 o 5 mm de espesor . Vamos formando las galletas con un cortador (yo utilicé uno de 6 cm de diámetro) y las vamos pasando a las bandejas.
6.- Dependiendo del horno estarán listas en unos 15 o 20 minutos. Tenemos que vigilar que no salgan muy duras del horno, pero tampoco excesivamente blandas. Las dejamos enfriar completamente en una rejilla.
Si tenemos niños, o invitados muy golosos en casa, podemos ponerles una capa de chocolate y quedan riquísimas!, así tenemos un 2×1 rápido y sencillito 🙂
Que tengáis un dulce día!! 🙂 🙂 🙂
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